LA CIUDAD DE
ORO
En un lugar cualquiera
había una ciudad que no era muy grande ni tampoco pequeña. Un punto más en el
mapa.
Un día la falta de
transparencia quebrantó la confianza de sus habitantes en el futuro, rompiéndose el diálogo y las negociaciones
para la igualdad.
La ciudadanía, harta de
engaños, salió a la calle en masa reclamando sus derechos.
Todos y cada uno de
aquellos, que con anterioridad les fueron
usurpados, por una panda de encantadores de serpientes.
La rebelión lejos de
aplacarse fue ganando terreno, hombres, mujeres, niños y ancianos proclamaban
al viento las mismas consignas.
En los encantadores,
quienes desde la cuna habían sido ciegos y sordos; de pronto se obró el milagro y no pudiendo resistir los cantos
del pueblo huyeron llevando consigo sus cestos llenos de serpientes.
La dicha no duró mucho
tiempo, los vientos del norte trajeron unos nuevos encantadores.