jueves, 8 de diciembre de 2016


                                     LA CIUDAD DE ORO



En un lugar cualquiera había una ciudad que no era muy grande ni tampoco pequeña. Un punto más en el mapa.

Un día la falta de transparencia quebrantó la confianza de sus habitantes en el futuro,  rompiéndose el diálogo y las negociaciones para la igualdad.

La ciudadanía, harta de engaños, salió a la calle en masa reclamando sus derechos.

Todos y cada uno de aquellos, que con anterioridad les fueron  usurpados, por una panda de encantadores de serpientes.

La rebelión lejos de aplacarse fue ganando terreno, hombres, mujeres, niños y ancianos proclamaban al viento las mismas consignas.

En los encantadores, quienes desde la cuna habían sido ciegos y sordos; de pronto se obró  el milagro y no pudiendo resistir los cantos del pueblo huyeron llevando consigo sus cestos llenos de serpientes.

La dicha no duró mucho tiempo, los vientos del norte trajeron unos nuevos encantadores.


jueves, 1 de diciembre de 2016




                                       ENTRE SUEÑOS

El chirriar de la puerta, se me pegó a la espalda erizando mi piel. Los sonidos extraños se sucedieron y  creí ver fantasmas en todos los  recovecos de la destartalada casa, sin darme cuenta de que el demonio agazapado me esperaba en el dormitorio. 
Subí las escaleras que crujían con mi peso y temiendo que algún escalón cediera bajo mis pies, me agarré con fuerza del pasamano.
Imaginé ver mi cuerpo precipitándose al vacío por el hueco de la escalera,
el corazón me golpeaba el pecho y un tembleque de flojera se adueñaba de mí.
Entonces vibró el bolsillo de mi chaqueta. 
Respondí a la llamada del móvil.
Una voz ronca me anunció que mi tía abuela había fallecido en su vieja casa del bosque, siendo yo su única beneficiaria y por tanto heredera legítima de tan preciado tesoro: una casa encantada con demonio en el dormitorio.
Carlos (mi marido) me preguntó, aún entre sueños, — ¿Quién llama a estas  horas de la madrugada?
En un acto reflejo le respondí: —se han confundido cariño, sigue durmiendo.
Apagué La Luz y me di la vuelta.
También yo seguí durmiendo.