jueves, 8 de diciembre de 2016


                                     LA CIUDAD DE ORO



En un lugar cualquiera había una ciudad que no era muy grande ni tampoco pequeña. Un punto más en el mapa.

Un día la falta de transparencia quebrantó la confianza de sus habitantes en el futuro,  rompiéndose el diálogo y las negociaciones para la igualdad.

La ciudadanía, harta de engaños, salió a la calle en masa reclamando sus derechos.

Todos y cada uno de aquellos, que con anterioridad les fueron  usurpados, por una panda de encantadores de serpientes.

La rebelión lejos de aplacarse fue ganando terreno, hombres, mujeres, niños y ancianos proclamaban al viento las mismas consignas.

En los encantadores, quienes desde la cuna habían sido ciegos y sordos; de pronto se obró  el milagro y no pudiendo resistir los cantos del pueblo huyeron llevando consigo sus cestos llenos de serpientes.

La dicha no duró mucho tiempo, los vientos del norte trajeron unos nuevos encantadores.


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